martes, septiembre 11, 2007

La Comarca de los Chinchorros

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La intensa actividad de la pajarada allá en lo alto, alertó a Teba y Cutipa que en ese momento se afanaban por alcanzar unos huevos de gaviota. Al dirigir sus vistas hacia el mar advirtieron que un gran banco de peces navegaban en dirección a la bahía en la que acampaban. En el mar los lobos y toninas ya se daban un festín con las anchovetas y jureles que lograban separar del gigantesco cardúmen.
En el aire, los estridentes sonidos de las gaviotas se entremezclaban con el rugir de los
lobos marinos y zambullidas de pelícanos y piqueros.
El corazón de ambos se aceleró y sus nervios y músculos se prepararon para entrar en
acción, por lo que decidieron descender desde el puesto de observación en el que se encontraban en lo más alto de la Gran Guanera.
La bajada no era cosa sencilla, ya que tenían que seguir una estrecha huella que descendía zigzagueando peligrosamente por la ladera y que había sido esculpida por
los cuerpos de sus antepasados centímetro a centímetro, debían realizar cuidadosamente esta acción y así avisar a los mayores que a esa hora aún permanecían en el refugio.
Mientras ellos descienden, al interior de la cueva muy cerca de la playa, Kopta la madre de Teba, atiza las brasas que quedaron de la noche anterior, ayudada de un poco de paja y leños que recolectan en las playas, fue alimentando el fogón que dió vida a unas fuertes llamaradas las que fueron iluminando y descubriendo que en rededor dormían esparcidos y envueltos en cueros de lobos y totora los demás miembros del Clan.
También el fuego reveló las dibujadas paredes que conformaban el interior de esta gran cueva que por generaciones les había servido de refugio en sus acostumbradas migraciones por la costa.
El clan estaba compuesto por tres familias que desde ya algunos años viajaban juntos y en total alcanzaba a veintitrés personas.
Pronto llegaron desde afuera los gritos de ¡pesca! ¡pesca! que emitían Cutipa y Teba.
Con la velocidad de un felino Mako que era el líder del grupo se incorporó ágilmente, y
Caminó presuroso hacia la entrada y con su poderoso brazo empujo hacia un lado los cueros de lobos marinos y camélidos que protegían el portal.
El paisaje que se asomó a sus escudriñadores ojos era excepcional! el Mar azul, sereno,
infinito se encontraba de frente con los gigantescos acantilados que desafiantes
conformaban la Cordillera de la Costa.

Más allá ¡las blancas Guaneras! que terminaban junto a los islotes en los que reinaba la acostumbrada algarabía de las crías de lobos marinos.
Entonces el llenó de aire sus pulmones y disfrutó del regalo de vivir un día más en la Comarca de los Chinchorros.
¡Mako!!los peces se acercan! gritó Cutipa que ya se encontraba muy cerca del
campamento. El miró a los jóvenes que se habían transformados en excelentes
cazadores y recolectores. Por un instante su mente vago a través de numerosos recuerdos cuando los dos eran muy pequeños y vulnerables.
Las amables palabras de su mujer Kopta le hicieron volver a la realidad, debían
prepararse para cuando el cardúmen ingresara a la hermosa bahía que tenían ante sus
ojos y a la que llamaban Quiane.
Muy bien alistémonos! ordenó Mako y todos los que se encontraban en la cueva se incorporaron generándose una gran actividad por la tarea que se les venía por delante.
Solo los más pequeños y Kuma que estaba embarazada se quedarían en la cueva los
demás participarían directamente de la acción de pesca, a objeto de lograr una buena
captura y asegurar la comida hasta la próxima luna.
En ocasiones las emboscadas no resultaban totalmente exitosas por lo que esta vez tendrían mayor cuidado al realizar el lance .
La primera balsa de pesca sería tripulada por Teba y su tío Amaru, en la segunda irían Mako y Cutipa. Estas pequeñas naves estaban construidas de tres maderos fuertemente amarrados entre sí por cuerdas hechas de cuero de lobo marino, el madero del centro era el más largo y en una de sus puntas descansaban las redes.
El sonido de la pajarada y el aleteo de los peces se hizo cada vez más fuerte y todos se prepararon y fueron tomando sus puestos.
Las balsas ingresaron al agua silenciosamente y se alejan de la costa impulsadas por suaves pero decididas remadas de las tripulaciones hasta dejar el cardúmen entre ellos y la playa, luego esperan.
Todos están atentos a la señal de Mako.
Pero este impávido observaba el comportamiento de los peces. No fuera a que estos cambiaran de dirección sorpresivamente.
Por fin levanta su brazo y con el remo da la señal.
Ambas naves avanzan juntas unos metros, luego unen las puntas de las redes para formar una sola. Dejan pasar unos segundos y de pronto se separan dejando caer sigilosamente la red, formando cada una de ellas un semicírculo y llegar con la otra punta a la playa, donde les esperan dos grupos que son dirigidos por Kopta que es muy hábil en este arte de pesca.

Los movimientos han sido certeros y ya han tomado las sendas puntas de la red, ahora todos jalan fuertemente y caminan por la orilla arenosa para encontrarse y cerrar la trampa.
Al cabo de un buen rato han logrado su objetivo y los quiñes y pilhuas se van llenando de pescado fresco que es llevado a las rocas lisas donde los faenaran.
Han atrapado también un par de lobos jóvenes que los ha sorprendido la red y que son rematados con un certero golpe de mazo. El aire huele a sangre.
Mas tarde las aves marinas ya satisfechas regresan a las blanquecinas guaneras, donde les esperan miles de hambrientos polluelos que han nacido en la ultima primavera.
Al frente en los islotes la actividad es enloquecedora, las hembras de lobo que regresan de la cacería, llaman a las crías que en tierra balan hambrientas y solitarias, el rugir de dos machos que se han enfrascado en una descomunal pelea concentra por unos minutos la atención del Clan que trabaja afanosamente.
Terminan al atardecer y yacen algunos conversando en las rocas, los mas jóvenes caminan por la playa, Amaru y Mako regresan con leños que acomodan a la entrada de la cueva . Todos han comido abundantemente y disfrutan del calor de la tarde que transcurre apaciblemente.
Poco a poco como una gran bola de fuego el padre Sol se va ocultando en el horizonte.
Entonces se reúnen como cada fin de día, al amparo de la cueva y en torno al fogón, para relatar viejas historias y leyendas que se han transmitido generación tras generación.
Mako se acomoda y adopta una actitud muy seria lo que provoca tímidas sonrisas entre los niños que ya saben que se esta concentrando para contarles una vieja historia.
Una historia muy lejana y que ocurrió cuando el era un joven aprendiz de cazador y tenia 16 años, Su voz fue acompañada de unos gestos con lo que captó la atención del grupo.
“Recordó una ocasión en la que por primera vez acompañaba a los mayores en las incursiones de caza y pesca en la que recorrerían las ensenadas y requerios de un lugar llamado Camaraca. Era un día con el mar muy calmo y el grupo conformado por cuatro personas decidieron bajar en las guaneras para robar unos huevos de gaviotas.
El como era menos avezado quedo en la balsa manteniéndolas cerca de las rocas. Los demás se treparon en las laderas y el quedo solo. Todo estaba bien , pero de pronto una masa de aire se convirtió en un poderoso viento y el mar se agitó fuertemente.
Las corriente marinas alejaron a Mako de la costa y el con las dos balsas no podía maniobrar, por lo que optó por dejarse llevar y de esa forma se internó en la mar.
Amarró fuertemente ambas balsas y se protegió con unos cueros y esteras de totora. Tan rápido como el viento llegó, también se fue pero ya las balsas estaban bastante lejos de las guaneras, lo que le tomaría varias horas en alcanzarla, pero su suerte cambió favorablemente cuando se acercaron a el unos simpáticos y juguetones delfines que le ayudaron a llegar donde sus compañeros y pudieron reunirse nuevamente”.
Por supuesto ninguno de esos compañeros estaba presente para corroborar esta historia, lo que provoca algunos comentarios y risas entre la comunidad.

Afuera ya reina la noche y la quietud, la fauna costera duerme y descansa, las estrellas se ven reflejadas en la superficie del mar, de pronto un poderoso resoplido de una gran ballena rompe el silencio, se escuchan otros mas lejanos, las familias de cetáceos ya comienzan a migrar..
En el refugio los mayores se acomodan y conversan pausadamente, pero más al fondo están Amaru y Teba sosteniendo sendas antorchas que iluminan a Cutipa que apoyado en la pared y sosteniendo una concha de almeja en una mano y un pedernal en la otra va dando forma a unos rojizos dibujos que representan al Clan cuando estaban cazando.
Los niños duermen apaciblemente y en sus sueños se convertirán en hábiles cazadores y navegantes que recorrerán la costa por otros mil años.