lunes, junio 23, 2008

El Nuevo Ciclo





Antes y Después: El Machaq Mara

Es el tercer día del año 5516, y los recuerdos del solemne ritual se mantienen vívidos, y emergen suavemente a mi conciente……. vuelvo a visualizar y escuchar nítidamente los vistosos colores de los atuendos de los bailarines que, al compás de contagiantes sonidos de bombos, cajas y vientos, avanzan por las calles del centro de la ciudad, Se esmeran en contagiar con su felicidad y energía, derrochando entusiasmo y respeto. Sí mucho respeto, no es una celebración cualquiera, es uno de los momentos más importantes y fundamentales de las culturas amerindias, llamado Machak-Mara por los aymaras, o Inti-Raimi por los quechuas o We tripantu para el pueblo mapuche.
Los Pueblos Originarios, celebran el término de un ciclo, y con mucha alegría, van agradeciendo que el Tata Inti, comenzará su regreso trayendo con el, todas la bendiciones y bonazas que derramará cada día a partir del nuevo ciclo que se aproxima vertiginosamente, para ello los hombres y mujeres emanan positivas vibraciones que la Pacha Mama recibirá y transmitirá al Padre Sol.
El se enterará de nuestra felicidad, lo que facilitará el encuentro que tendremos con los dioses al amanecer.
Mientras, la música y las danzas se suceden sin parar, una tras otra van desfilando bullentes y rítmicos los diferentes grupos de baile, que participan de este singular pasacalle. La Whipala ondea suavemente, esparciendo sus colores en el aire mientras tinkus, morenadas, caporales se lucen ante la mirada atenta de miles de espectadores que con su presencia y sus aplausos se suman a esta comunión. Aunque muchos de los asistentes no imaginan totalmente la trascendencia de esta celebración, aun así lo importante es que se han sumado trayendo con ellos buenas ondas y calor.
Por los altoparlantes, los coordinadores recuerdan a los presentes, que mantengan sus cuerpos descontaminados y tranquilos, avisando también que a las cinco de la madrugada estarán disponibles un par de micros, que saldrán desde el Poblado Artesanal para trasladar a las personas que deseen participar en la ceremonia de recibir al Padre Sol en las alturas del cerro Chuño. (Mentalmente me anoto para asistir).
A eso de las dos y media de la mañana se escuchan los últimos acordes altiplánicos y los grupos se disgregan por los prados a los pies del morro y por los alrededores de la acogedora pileta del parque Benjamín Vicuña Mackenna, por lo que como otros asistentes, me retiro a descansar y meditar.
Eran cerca de las cinco y media cuando junto a otras personas íbamos a bordo de un microbús ascendiendo lentamente por unas huellas que nos llevarían a lo más alto del cerro Chuño, atrás y abajo han quedado las casas del los Industriales y las luces de la ciudad se van esparciendo como luciérnagas en la oscuridad.
Al cabo de unos cuantos zig-zag se deja ver un dentello allá en lo alto, y casi como un espejismo aparece cada vez con mayor claridad una serpenteante llamarada del generoso fogón que está ubicado sobre una de las lomas más notables de este sector.
Al fin el chofer detiene la micro y saltamos a tierra, en hilera vamos acercándonos al lugar sagrado, y entre dentellos del fuego voy distinguiendo por lo menos a un centenar de siluetas que estan formando un circulo, observan el fuego y los preparativos que lleva a cabo el Yatire, que será nuestro guía místico y facilitador en este encuentro que tendremos con las deidades.
Luego de unos minutos en los que se acrecienta la expectación, a una señal de sus ayudantes nos indican que se dará inicio al ritual del Machaq Mara.
Todos se acomodan y el silencio que se produce es solemne, las palabras en lengua aymara que agradecen a la Pachamama, estas atraviesan el aire surcando melodiosamente el espacio, mientras el fuego ilumina con tonos rojo anaranjados, los nobles rasgos indígenas de muchos de los presentes, como también de otros muchos que provienen de otros hijos de la madre tierra.
El Chamán, concentra su atención en las ofrendas y alzando los brazos, agradece a los padres celestiales y terrestres el hecho de vivir en esta tierra, mencionando a muchas alturas o montañas sagradas y me parece que estuviera estableciendo una especie de red de energía entre esas alturas sagradas y nosotros. No puedo dejar de pensar que en muchos lugares están haciendo exactamente lo mismo y puedo sentir en mi interior una potente vibración positiva.
Las Rogativa a los dioses por buena salud y buenas cosechas, se fusionan con las declaraciones de dejar los problemas atrás y cerrar dolores y heridas, quedándonos con lo bueno y empezar con alegrías en el corazón, para con la familia, para con los amigos, vecinos y en especial, muy en especial con la Naturaleza, con la Pachamama, con el Planeta.
Cada uno de nosotros pidió por todo esto lanzando hojitas de Coca, sobre el paño de las ofrendas, esparciéndolas en las cuatro direcciones.
El resplandor fue casi mágico cuando el Yatire vierte sobre el fuego unas pequeñas vasijas con vino y luego otras ofrendas que permitieran restablecer el principio de la reciprocidad, pues hay que entregar también.
después de la noche más larga del año, la llegada del Tata Inti entregando sus primeros rayos de Sol como un cálido saludo es quizá el momento culmine de esta ceremonia, pero las hermanas nubes nos acompañaron por toda la amanecida, lo que para nada afecto a la armoniosa concurrencia que dirigidos por el Yatire y sus colaboradores, nos hicieron partícipe de un reponedor y cálido plato de Kalapurka, acompañado de unas exquisitas sopaipillas y tonificantes tacitas con un fuerte aroma a café y esencias aderezadas con singani y otras de té con té, que estaban para repetirse.
Fue el momento indicado para brindar los agradecimientos a las personas que habían trabajado con todo el corazón, para que esta celebración haya resultado maravillosa, se escucharon las voces de los representantes de las comunidades y gestores culturales, agradeciendo también a todos los que llegamos hasta allí.
Los músicos, que estoicamente se había mantenido silentes, se agruparon y el sonido de la música típica, inundo la atmósfera y entre sonrisas y miradas los presentes fueron formando una multicolor ronda de bailarines que se tomaban de las manos y que girando ondulantemente iban demostrando la alegría de haber dejado atrás un ciclo y de vivir el nuevo que ya comenzaba. La dinámica ronda iba dibujando curvas y contracurvas, se cerraba y se abría como una flor que se acrecentaba a cada instante, pues todo el mundo quería sumarse a esta danza a la vida, que parecía que nunca iba a terminar.
Al cabo de unos minutos entre risas de unos y resuellos de otros, se ha terminado la ronda y se da por finalizada la Ceremonia, por lo que comenzamos a retirarnos, cada uno buscando su movilidad, que con la luz del día se podían ver en gran cantidad.
Mientras venía en mi asiento de micro, observando las playas y el mar desde la ladera del cerro, podía sentir en mi interior una grata energía y sensación que vibraba suavemente, sensación que siento también en el mismo instante en que escribo.
No puedo dejar de agradecer por la hermosa oportunidad que me brindaron, y que doy a conocer en esta nota. ¡Jallálla!!