sábado, abril 25, 2009

Caleta Camarones


Aquí es donde concluye el valle de Camarones, es el encuentro del río Camarones y el océano Pacífico. La localidad actual se encuentra en la ribera sur de dicho río, a 12 kilómetros al oeste del Portal de Cuya. La principal actividad económica es la pesca y el buceo de extracción, contando con un pequeño muelle donde es posible observar las faenas propias del embarque y desembarque de productos del mar.
Para quienes gustan del Trekking y la Arqueología, esta zona está íntimamente ligada a la cultura Chinchorro, habitantes costeros que legaron su rito funerario de momificación considerado el más antiguo del mundo y cuyos vestigios se pueden apreciar siguiendo antiguos senderos por los que transitaron y que gracias a las especiales condiciones climáticas de la región se mantienen perfectamente hasta el día de hoy.
Habiendo hecho esta sencilla descripción de la Caleta Camarones, quiero referirme a las sensaciones que se viven en este lugar, a mi juicio lo tiene todo para transformarse en un gran Parque Turístico, pues la cantidad de sitios arqueológicos que se ubican en estratégicos y bellísimos parajes en donde los antiguos construyeron sus hogares, sitios sagrados y cementerios se mezclan con la Naturaleza extrema, en donde el Mar ,el Desierto y el Valle recrean dramáticos paisajes que nos transmiten los más variados pensamientos.
Mientras camino por su playa salvaje y fértil, el aire marino llena mis pulmones de frescura y alegría, las olas suben espumosas y blancas contrastando con el oscuro gris de la arena que se hunde bajo mis pies. El mar me recibe con las más hermosas olas verde azulinas en las que reinan la corvinas y sargos, que motiva a varios pescadores a estar horas y horas pescando con sus largas cañas, compitiendo con manadas de lobos marinos que surfean las olas sobrevoladas por Pelícanos y Gaviotas que también reclaman su parte.
Al llegar a la desembocadura del río Camarones, se forma una pequeña laguna rodeada de pastizales, donde se pueden observar patos silvestres y otras variedades de aves que habitan este pequeño humedal flanqueado de colas de zorros y totoras.
El recorrido por la playa es obligatorio y placentero por cierto, si se quiere llegar hasta las ruinas de una antiquísima ciudadela preinca, que se ubica en la ribera Norte de la Caleta, el sitio escogido para este asentamiento es realmente espectacular, pues domina perfectamente todo el valle y la fértil bahía que termina en una punta en la cual se ve claramente el blanco de las Guaneras y en donde existe una colonia de pequeños pingüinos
La respiración propia es por momentos el único sonido que se percibe, lo que aumenta el sentimiento de respeto por el espacio al cual estamos ingresando.
Milenarias piedras nos señalan la distribución de las chozas y pasillos que conectaban este recinto formado por decenas de terrazas interconectadas entre sí.
Allá abajo se aprecian los verdes totorales los cuales usaron tan eficientemente para la elaboración de infinitos elementos que usaron en todas las etapas de su vida y que también les acompañaron en la muerte, como se puede apreciar claramente en los fardos funerarios que albergan a cientos de cuerpos momificados en el cementerio ubicado en la ribera Sur del valle del cual se han extraído los vestigios más antiguos fechados entre 7000 y 8000 años atrás.
Subo silenciosamente por esos angostos pasillos hasta llegar al final de la Aldea, me detengo a observar el mágico entorno y permanezco gran parte de la mañana entre las nobles ruinas, imaginando el natural y simple diario vivir de esta gente de la costa….